Tal vez el más grande acto de valor del que somos capaces es el de perdonarnos a nosotros mismos. De perdonarnos por todo lo que hicimos y no deberíamos haber hecho; por todo lo que pudimos haber sido y no fuimos; por todo lo que pudimos hacer y no hicimos.
Lo que necesitamos es tener fortaleza para reconocer la verdad, asumir la responsabilidad, ser auténticamente humildes y trabajar por la libertad para seguir adelante.
La persona o el evento que nos ha lastimado debe ser importante solamente por el aprendizaje que nos deja, de ninguna manera debemos quedarnos aferrados a esa experiencia, que lejos de traernos algún tipo de ganancias, hace que el daño que padecimos nos arrebate nuestros objetivos y metas hacia adelante.
Si persistimos en alcanzar esas metas, dejando el pasado atrás, superaremos cualquier daño que se nos haya podido causar. La vida siempre continúa. Imagínate a ti mismo conectado con esa intención positiva, decide perdonar y saldrás adelante.